Vibradores, consoladores, bolas chinas y arneses con penes realísticos son los ejemplos más evidentes de juguetes eróticos y los más demandados por el público. A partir de los innumerables modelos que se comercializan de estos juguetes para satisfacer toda clase de fantasías, los productos eróticos se hacen extensibles a un sinfín de artículos relacionados cuya lista es probablemente mayor.
Desde novela erótica, zapatos, lencería íntima sexy masculina y femenina, cremas, geles, afrodisiacos, preservativos, esposas, disfraces, alargadores de pene, artículos sadomaso y una larga lista pormenorizada de productos eróticos y complementos entran en el extenso repertorio que la industria fabrica para vivir el sexo. Seguramente en los últimos veinte años se ha producido una auténtica revolución en la industria de productos eróticos que va de la mano con la que viven los individuos en su vida sexual.
No sabemos cuál de las dos va precedida de la otra pero el auge del feminismo hizo mucho por esta evolución, estableciéndose una muy equiparable igualdad de sexos que incluye la participación definitivamente activa de la mujer en su propia sexualidad. Las mujeres toman conciencia de lo que significa tener una vida sexual activa al margen de la reproducción y eso hace que participe más conscientemente en los juegos eróticos, los promueva y los disfrute. Y para ello se hace cómplice del uso de juguetes eróticos en los encuentros sexuales, los comparte y los usa en los ratos de intimidad como lo practica el hombre.
En este contexto de libertad para dar rienda suelta a una cultura sexual muy valorada, actualmente se puede hablar incluso de una hipervaloración del sexo, un culto de adoración por el placer y el morbo que la industria se encarga de satisfacer. Los productos eróticos nos acompañan porque les hemos dejado entrar en nuestra intimidad y bienvenidos los juguetes eróticos que nos fascinan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario